miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las pequeñas cosas

Escribo esta entrada escuchando a un gran Omar Sosa, un placer sentir la música mientras fluyen los huesos y los músculos en este teclado de ordenador. A veces, es bueno mirarnos hacia dentro y ver lo grandes que podemos llegar a ser, porque en estos tiempos que vivimos, estamos más pendientes de lo que ocurre en el exterior: mercados, crisis, política... pufff, puff, pufff... ¡Basta ya! Vamos por una vez, una sola vez, a pensar en esas cosas pequeñas que nos ocurren en la vida, a esos momentos que nos reportan una felicidad completa. Un paseo en bici por la ria, un bebé que te sonríe, correr por un paso de peatones cuando el muñequito parpadea, andar haciendo ziz-zag por la calle y reirte de la situación, que el camioncete de la limpieza te barra un pie o salir de casa y que el vecino te grite ¡Buenos días!... No sé, puede que sea esa nostalgia de la infancia, en la que una pequeña cosa te parecía lo más grande del mundo ¡Y no estaba tan mal! Y creo que todavía es eso lo que me queda de mi niñez, lo que a muchos les parece una "chorrada" a mi me hace una ilusión tremenda; así que, pensándolo bien, me voy a quedar con eso, porque, aunque la inocencia la perdemos según nos van "dando palos" por la vida, siempre podemos guardar una pequeña parte, aunque sea escondida en una cueva con una vela encendida.

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